Síntomas, tratamiento y diagnóstico de la Artritis Psoriásica.

Fuente: www.ser.es

La psoriasis  es una enfermedad crónica de la piel, no contagiosa, que afecta al 1.5% de la población general.

Psoriasis MadridPuede aparecer a cualquier edad, desde al poco tiempo después del nacimiento hasta las etapas finales de la vida, pero lo más frecuente es que afecte a individuos entre los 20 y los 50 años. Generalmente, la psoriasis suele  presentar una afectación leve y limitada (70%), pero hasta un 20% de los pacientes desarrollan una afectación moderada y un 10% una afectación grave. 

Esta enfermedad autoinmune benigna se manifiesta de muchas formas diferentes siendo en un 85 por ciento de los casos psoriasis vulgaris. Tan sólo  un 10% de las psoriasis cutáneas tienen afectación articular.

¿Qué es la artritis psoriásica?

La artritis psoriásica es una enfermedad de las articulaciones que se presenta en algunos enfermos que padecen psoriasis en la piel (aproximadamente en un 10%). La lesión articular es inflamatoria, es decir, causa dolor, hinchazón, calor, dificultad de movimiento de la articulación inflamada y con el tiempo posibilidad de deformación.

Se trata de una enfermedad crónica que evoluciona de manera irregular a lo largo de la vida alternando épocas de inactividad y otras de inflamación y dolor. La artritis psoriásica se inicia lentamente y la forma de manifestarse es diferente para cada individuo, pero los expertos han establecido cinco formas de aparición, aunque se pueden superponer algunas de ellas en algunos pacientes:

  • Artritis oligoarticular asimétrica, que afecta a unas pocas articulaciones de las extremidades. Es la forma más frecuente.
  • Artritis que afecta principalmente a las articulaciones interfalángicas distales de las manos.
  • Artritis simétrica similar a otra enfermedad articular llamada artritis reumatoide.
  • Artritis mutilante, que es muy rara aunque destructiva y deformante.
  • Artritis que afecta a la columna y articulaciones de la pelvis o sacroilíacas de forma similar a otra enfermedad reumática llamada espondilitis anquilosante.

La gravedad de la artritis no tiene relación con la extensión de la lesión de la piel. El principal síntoma dérmico de esta patología es la aparición de placas de piel enrojecida bien delimitadas, cubiertas de escamas blanquecinas y que frecuentemente se distribuyen de forma bilateral afectando a zonas de roce como los codos o las rodillas.

Los síntomas articulares son comunes a cualquier tipo de artritis (dolor, calor, enrojecimiento, incapacidad de movilizar la articulación y, en ocasiones, deformación de la misma). Sin embargo, hay tres cosas que la diferencian del resto de las artritis:

1. La afectación articular acostumbra a ser asimétrica, es decir si se afecta una rodilla no acostumbra a estar lesionada, simultáneamente la otra rodilla.

2. Lesiona las articulaciones interfalángicas distales, las que hay junto a las uñas.

3. Produce una inflamación conjunta de las articulaciones y de los tendones de los dedos, conocida como «dedo en salchicha» o dactilitis.

El mecanismo de formación de la artritis psoriásica aún no está claro pero se ha observado que existen ciertos factores desencadenantes claros tales como la inflamación aguda y crónica en el cuerpo, los medicamentos, infecciones (por ejemplo, bacterias) o el estrés mental y físico. El aumento de la obesidad también promueve el desarrollo de esta enfermedad.

La artritis psoriásica periférica es una variante asimétrica en la que son principalmente las pequeñas articulaciones de los dedos de los pies las que padecen de de delores e hinchazón.

El cuadro clínico es similar a la gota o un ataque agudo de reumatismo y afecta a ambos sexos por igual. A menudo, el lecho de la uña se ve afectada, que se deforma, abolladuras, está agrietado o levantada, dando lugar a una ampliación de los extremos de los dedos o los pies. 

El diagnóstico de psoriasis es complicado y a menudo se produce una mala interpretación porque se confunde con reumatismo , la gota o la espondilitis anquilosante.

En general, las medidas convencionales utilizadas para tratar la enfermedad sí son exitosas en términos de la supresión de los síntomas y del dolor, y aunque no conducen a la cura, pueden mejorar la calidad de vida de los afectados.