Algunos de los problemas de salud crónicos que padecemos pueden verse agravados y están relacionados con los alimentos que comemos, su composición en grasas, sales o azúcares, pero también, aunque no se suele tener en cuenta, por la forma en que han sido cocinados.

«Para proteger la salud no importa sólo qué productos comemos sino cómo los cocinamos»

De hecho, hoy gran parte de la población parece concienciada de que para llevar una vida saludable no basta con tomar una dieta sana y variada, sino que ésta se complemente con un ejercicio físico adaptado a la edad. Sin embargo, estamos tan preocupados por lo que comemos que nos hemos olvidado de la importancia que tiene la forma en que lo cocinamos.

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La realidad es que los alimentos –incluso los de más alta calidad– se transforman de manera distinta si los asamos, los cocemos o los freímos, y dependiendo de la manera de prepararlos, perderán mayor o menor cantidad de nutrientes y se generarán más o menos compuestos tóxicos para el organismo.

Así, los alimentos deben cocinarse, pero ¿cómo? Pues a fuego lento o al vapor. Y no solo por que sea más saludable, sino también para conservar las características organolépticas de los alimentos; es decir, para que nos nutran mejor. La alta cocina también ha tomado buena nota de este aprendizaje y algunos de los chefs más afamados, como Gerald Passedat, del restaurante con tres estrellas Michelin Le Petit Nice, en Marsella, solo emplea la baja temperatura y el vapor como técnica de cocinado de los pescados (su especialidad). Es tal la precisión que aplica a sus elaboraciones –conseguirlo le ha llevado seis años– que los tiempos de cocción se miden en minutos y segundos para que el pescado quede perfecto.

FUENTE.- Extractos de artículo de J.BARBERÁ